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La era de la inmunoterapia

El 1 de octubre de 2018 el biólogo y microbiólogo estadounidense James P. Allison y el médico y químico japonés Tasuko Honjo recibieron en Estocolmo el premio Nobel de medicina por sus investigaciones en el campo de la inmunología del cáncer. Sus descubrimientos clave sucedieron en 1995 cuando, de forma paralela e independiente, descubrieron que ciertas proteínas expresadas frecuentemente por las células tumorales (CTLA-4 y PD-1 respectivamente) disminuyen la acción del sistema inmune. Este hallazgo permitió comprender uno de los rasgos fundamentales del cáncer: es capaz de evadir los mecanismos de control inmunológico para multiplicarse sin freno en nuestro organismo.

Lo más importante es que este avance teórico ha dado lugar al desarrollo de una nueva estrategia de tratamiento, la inmunoterapia contra el cáncer. Mediante la administración de fármacos que bloquean las proteínas descubiertas por Honjo y Allison, así como otras de la misma familia, es posible reactivar el sistema inmunológico permitiéndole que reconozca y destruya a las células tumores. De esta forma, es nuestro propio sistema defensivo quien combate la enfermedad.

La aplicación de esta clase de tratamientos comenzó a investigarse hace una década en pacientes con melanoma metastásico, un tipo de tumor agresivo y mortal en el que los tratamientos convencionales de quimioterapia eran casi siempre ineficaces. De forma sorprendente, algunos pacientes presentaban mejorías espectaculares con reducción y hasta desaparición de las metástasis, lo que hizo que se ampliase rápidamente el número de ensayos clínicos para aplicarlo también en otros tipos tumorales (cáncer de riñón, cáncer de pulmón, cáncer de vejiga) y el desarrollo de nuevos fármacos con el mismo mecanismo de acción.

Aún más sorprendente fue comprobar que con el paso del tiempo, algunos de los pacientes que habían tenido buena respuesta al tratamiento se mantenían libres de enfermedad durante años, convirtiéndose en largos supervivientes, algo que no sucedía prácticamente nunca con los tratamientos convencionales.

A partir de ese momento el desarrollo de la inmunoterapia contra el cáncer ha sido muy rápido y en pocos años disponemos ya de cinco fármacos diferentes (ipilimumab, nivolumab, pembrolizumab, atezolizumab y durvalumab) aprobados para distintos tipos de cáncer (melanoma, cáncer de pulmón, cáncer de riñón, cáncer de vejiga y otros). Decenas de miles de pacientes lo reciben a día de hoy en todo el mundo y los protocolos de tratamiento oncológico están en constante actualización para intentar incorporar el cambio profundo que ha supuesto el desarrollo de este tipo de terapia.

Aún quedan muchos retos por resolver en relación con la inmunoterapia del cáncer. En primer lugar, es necesario encontrar una forma de seleccionar correctamente a los pacientes que deben recibirlo, ya que no todos responden positivamente por razones que aún no se comprenden bien, En segundo lugar, es fundamental aprender a identificar y tratar adecuadamente los efectos secundarios de la inmunoterapia, que a menudo son impredecibles y en algunos casos puede llegar a ser muy graves (más de lo que los estudios iniciales parecían indicar). Finalmente, y de manera muy relacionada con los dos primeros, es necesario garantizar la cobertura económica para estos tratamientos, ya que su coste es elevado y es imprescindible que todos los agentes implicados (sistemas sanitarios, agencias aseguradoras, gestores hospitalarios, industria farmacéutica) encuentren la manera de que todo paciente que lo necesite pueda recibirlo.

Allison y Honjo pasarán a la historia como los padres de la inmunoterapia contra el cáncer y para nosotros, los médicos y los pacientes, han inaugurado una nueva era de esperanza, la era de la inmunoterapia.

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